Carola Naranjo Inostroza
Antropóloga social y Psicóloga. Experta en género, diversidad e inclusión. Académica, investigadora y consultora.
En el umbral del siglo XXI, Chile se erige como un país de contrastes y desafíos en su camino hacia la igualdad de género. A pesar de los avances legislativos y sociales que han propiciado un cambio gradual, las mujeres chilenas siguen enfrentándose a una serie de brechas que limitan su desarrollo, su autonomía y su bienestar. Esta lucha por la igualdad de género revela deudas pendientes que se extienden a través de la economía, la política, la educación y el tejido social, urgiendo a una reflexión profunda y acciones concretas.
La autonomía económica, piedra angular para la independencia y la toma de decisiones libres, permanece como un ideal lejano para muchas mujeres en Chile. La disparidad salarial es alarmante: las mujeres ganan un 20% menos que los hombres por trabajos de igual valor, una cifra que no solo refleja la desvalorización de su trabajo sino también las profundas raíces de la desigualdad de género. Además, la participación laboral femenina, situada en un 48% frente al 71% masculino, pone de manifiesto las barreras que aún enfrentan las mujeres para integrarse plenamente en el mercado laboral.
La autonomía física y los derechos sexuales y reproductivos presentan un panorama igualmente desafiante. Con una alta tasa de embarazo adolescente y un acceso limitado a servicios de salud reproductiva, Chile evidencia la necesidad imperiosa de una educación sexual integral y de políticas públicas que garanticen el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
La violencia de género, en sus múltiples expresiones, sigue siendo una realidad cruenta y dolorosa. La violencia intrafamiliar, con más de 120.000 casos reportados anualmente, y los femicidios, con cerca de 50 mujeres asesinadas cada año, son cifras que claman por una acción decisiva para proteger la vida y la integridad de las mujeres. Sumado a esto la alta frecuencia de violencia obstétrica y el desolador puerperio que muchas mujeres madres evidencias de forma cotidiana.
En el terreno de la educación y el empleo, las mujeres se enfrentan a barreras significativas. A pesar de constituir más de la mitad del estudiantado universitario, su presencia en las carreras de STEM y en puestos de liderazgo es notablemente baja. Este desequilibrio no solo limita las oportunidades individuales de las mujeres sino que también priva a la sociedad de su potencial innovador y creativo. Además, el acoso laboral y sexual, experimentado por cerca del 40% de las mujeres, evidencia un entorno de trabajo hostil que requiere de una intervención urgente para garantizar un ambiente seguro y equitativo.
Chile tiene que pagar sus deudas con las mujeres, estas cifras y hechos que delinean la desigualdad de género en nuestro país, subraya la urgencia de actuar sobre los pendientes a través de políticas públicas efectivas, educación y un cambio cultural profundo urgente. Solo así podremos construir un Chile donde la igualdad de género sea una realidad palpable, donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y discriminación, y donde su contribución en todas las esferas de la vida sea valorada y respetada. La igualdad de género no es solo una cuestión de justicia social; es, sin duda, un requisito indispensable para el desarrollo sostenible y el bienestar de toda la sociedad. Que no se nos olvide porque existe el día internacional de la mujer.