La violencia contra las mujeres está tan “autorizada” en nuestra sociedad, que hace que exista un velo importante sobre su magnitud, su concientización, sus causas, sus costos y que derechamente sea considerada como un delito.
Se observa que tanto los debates públicos sobre seguridad, como las acciones y las políticas públicas sobre esta misma materia, se basan en indicadores y tipologías delictuales, que por norma general excluyen a la violencia intrafamiliar y hacia las mujeres como un problema de seguridad ciudadana.
Un 41,4% de mujeres reconoce haber sufrido algún tipo de VIF en su vida, un 38,3% VIF psicológica, un 15,5% VIF física y un 6,9 VIF sexual (ENVIF-VCM. SPD,2020). Por otro lado, dentro de las categorías de registros policiales, podemos observar que en el segundo trimestre 2022, se registran un total de 33.887 casos de VIF, seguidos de 19.655 de casos de robo con violencia e intimidación, mientras que 8.502 fueron de robo de vehículo motorizado, la VIF es aún mayor que los hurtos, que registraron 28.269. (Casos policiales por delitos de mayor connotación social (DMCS) y violencia intrafamiliar, segundo trimestre 2022, SPD). Las proporciones de los datos se mantienen constantes por lo menos desde que tenemos registros desde el año 2005.
Las cifras hablan, la VIF es el delito más común que sufren las personas en Chile, sin embargo no es considerado como uno de los delitos de mayor connotación social. Es duro, sin embargo, hay que decirlo fuerte y claro, la VIF es el mayor delito en Chile y no le importa a nadie, salvo claro está a todas las personas, equipos y al movimiento feminista que valientemente le hacen frente y por supuesto a las mujeres victimas.
La paradoja fundamental de la violencia contra las mujeres es que se sabe que es altamente prevalente, sin embargo, el enfoque público-privado nos juega en contra, debido a que porfiadamente se nos instalan en las creencias de seguridad los estereotipos de género.
La violencia contra las mujeres (en especifico la intrafamiliar) se considera todavía a nivel sociocultural como un “problema privado”, a resolverse entre parejas. El foco en los espacios públicos como sitios de inseguridad asume que el hogar es un sitio seguro o un refugio de la violencia que sucede en las calles. No obstante, para las mujeres, la realidad puede ser la opuesta, ya que en gran parte experimentan la agresión dentro de sus casas, a manos de sus parejas íntimas o de otros familiares.
Debemos superar el enfoque público privado para intervenir en materia de violencia intrafamiliar, que hasta hoy es el delito que más sufren las personas en Chile y muy pocas personas tienen esto en sus conciencias, que decir de las instituciones. A nadie le importa porque las victimas principales son las mujeres. Duro, pero esto tiene que cambiar ya.
Columna de Opinión: Carola Naranjo Inostroza, Antropóloga, Psicóloga, especialista en género y políticas públicas. Directora Académica de Consultora Etnográfica y Docta Academia.